domingo, 21 de abril de 2013

Enfermar lejos de casa.

Aunque la probabilidad no sea muy alta, creo que el mayor temor para muchas personas es enfermar, más cuando se esta a miles de kilómetros de casa y de los cuidados de mamá.  Bueno, pues a mi me pasó, en uno de mis viajes supe lo que era, enfermarte, estar sola, sentir que además que se te va el tiempo y el dinero, te vas para abajo, el cuerpo no te da y simplemente debes parar. 


En La Falda, provincia de Córdoba - Argentina, me inició un dolor en la cintura bastante incomodo. Al principio creí que era por dormir mal, algo muscular, pero tres días después este dolor me estaba enloqueciendo.  La noche del 24 de diciembre ya en Capilla del Monte provincia de Córdoba, la pase bastante tranquila y algo débil, no quise tomar licor y esto prendió mis alarmas, algo realmente le pasaba a mi cuerpo.  

El 25 de diciembre, me fui a quedar en donde unos chicos que también contacte por medio de Couch Surfing, y ahí empezó mi inolvidable última semana del año. Al principio pensaba que era un resfrío, pero empezó la fiebre y ese bendito dolor que no se iba y que empeoraba. 

Así seguí, fiebre, escalofríos, debilidad, dolor, un intenso dolor localizado en la parte derecha de la espalda. Mi amiga Paola quien estaba en Buenos Aires y con quien mantenía permanente comunicación, me pregunto por mis riñones, me dijo: "Cada cuanto estas yendo al baño?", ahí me percaté del asunto. Después de dos días, con mucho dolor, fiebre y escalofríos y sin salir ni una vez por la debilidad, los chicos que me hospedaban me dijeron que no me podían dejar quedar más en casa; así que agarre mi mochila y caminando como pude, me fui al hostel Los Tres Gomez, me sentía terriblemente mal, llegue allí y tuve que pedir una habitación donde tuviera baño adentro y donde pudiera dormir en la parte inferior del camarote (o cucheta), por que no tenía fuerzas para dar un paso y tenía que ir al baño muy seguido.

Un día no pude más y fui al hospital con mucho esfuerzo, de una vez el médico me dijo que tenia infección en los riñones. Tuve que comprar antibióticos, exámenes de sangre, incluso una ecografía para descartar que tuviera cálculos, me sentía muy mal, y el señor que me hizo el examen lo notó, me pregunto con quien estaba y le dije: sola, estoy sola, él tratando de tranquilizarme me toco el hombro, yo no pude aguantar y lloré, el señor muy preocupado me habló, me hizo recomendaciones y trató de tranquilizarme; el único tratamiento que necesitaba hacer era tomar antibióticos,  mucho líquido y reposo. 




Con Diego, quien trataba de animarme siempre

Vinieron días duros, de dolor, fiebre, frío, hambre, preocupación, desaliento, lagrimas, dolor. No quise escribir en ese momento porque estaba llena de odio, de rabia, deprimida y no quería que eso quedara. No salía del hostel, un solo un día salí con Carola a comprar unos ñoquis y casi no consigo fuerzas para regresar, no podía caminar, caminaba lento, me dolía todo, andaba siempre con dos tarros de agua, tomando líquido a todo momento, la gente entraba y salía y yo ya parecía un objeto más del paisaje del hostel, todo esto me implico un gasto en dinero mayor, muy grande, fue una semana y media en capilla del monte que no tenía prevista.

No hay mal que por bien no venga, y esos días de enfermedad me sirvieron muchísimo, me di cuenta de muchas cosas, me tranquilice, me conocí un poco más y lo superé, pero lo mejor y más importante de todo fue la compañía, en realidad ellos me contuvieron, Diego, Carola, las españolas Maru y Estefania y todos los chicos del hostel, no me abandonaron, me dieron de comer, me hicieron reír, me cuidaron, me rodearon, me llenaron de buena energía, todo fue solo buena onda, la verdad que no hubiese sido tan llevadero en otro contexto sin ellos, los llevo en mi corazón, porque termine por agradecer el haberme enfermado, termine riéndome del dolor y porque a veces esas son las cosas que deben suceder para darnos cuenta que tenemos que bajarle la revolución a la vida, bajar tres cambios y empezar a disfrutar el paisaje.


Video. En mogotes, disfrutando el agua

Y de esto hablo un poco, detenerte, disfrutar el paisaje, meterte en el, sentir los sonidos, meter los pies al agua y disfrutarla, caminar despacio que fue lo que más aprendí de todo esto, al principio por dolor y después por decisión, por querer, porque así me obligo el norte.




No hay comentarios:

Publicar un comentario