lunes, 8 de julio de 2013

Iruya - Salta - Argentina. La tranquilidad de las montañas.





Iruya es un pueblo de Salta colgado a 2700 msnm. Llegar aquí es una prueba a los nervios, porque su carretera de entrada es la vereda de un abismo, pero sin duda vale la pena, es un lugar increíble, aquí se respira paz y pureza verdadera.





Después de salir de Maimará, tomamos un colectivo que nos llevó directo hasta Iruya. La ruta es tranquila hasta cierto punto, donde se desvía y comienza un camino en tierra lleno de abismos, ríos, mucha niebla, nervios, pero sobre todo unos paisajes increíbles.  En el punto donde limita la provincia de Jujuy y Salta, el colectivo paró y pudimos bajar, en ese momento quedamos sin palabras.




Como ven este increíble nevado llena el paisaje y te abruma todo, aquí cuesta respirar a 4000 msnm.

Después de este espectáculo seguimos rumbo a Iruya, al llegar encontramos hospedaje barato justo en frente de donde nos dejó el bus, descargamos y recorrimos un poco el pueblo.


Iruya es un pueblo muy típico, que conserva desde hace cientos de años sus costumbres, vestimentas pero sobre todo su arquitectura.



Sus calles son todas así, empedradas y muy empinadas.

Luego de andar un poco subimos al Mirador de la Cruz donde se despliega una gran panorámica de este hermoso lugar.  






Tuvimos la fortuna que en nuestro hospedaje vivia una amable familia lugareña, quienes nos prepararon un riquísimo guiso de charqui, una carne salada y seca al sol, a la que en el llano colombiano se le llama carne oreada.  Fue una muy buena elección para reponer energía, definitivamente la comida de casa te sube el ánimo.

Turistas y lugareños

Esa noche acordamos con otros compañeros del hospedaje que madrugábamos para ir a San Isidro, un pueblo al que solo se llega caminando, pero esa noche llovió muchísimo y al día siguiente (12 enero 2012), no pudimos ir, era peligroso porque el río creció mucho, así que sin plan cruzamos el puente y caminamos otra parte del pueblo.



En el parque principal, Maje jugando un poco




Subimos (pues todas las calles del pueblo son subidas) hasta donde se acaban las casas construidas del pueblo, estábamos allí sentadas descansando y tomando aire y llego una familia salteña que nos animó a seguir subiendo por el resto de la montaña.



Este es el punto donde terminan las construcciones del pueblo






Nos animamos y comenzamos a subir, se hacia difícil caminar en un terreno tan empinado y con tan poco oxigeno, pero fue memorable, cada vez mas arriba el cielo se abría y los hermosos paisajes se impusieron




Llegamos a la cima y fue verdaderamente hermoso, vimos un cóndor, este si es un verdadero mirador, las montañas te envuelven, la subida es dura, el vértigo y la puna amenazan pero el premio final es lo mejor, y también la compañía, esta familia tiene una alegría hermosa junto a un nene como de 8 o 9 años que nos ganó en subir a todos.









La hermosa Iruya nos despidió con unos deliciosos tamales y empanadas, que compramos por ahí


                                                      Lo bueno de la tranquilidad en la vida. 

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