viernes, 26 de abril de 2013

Ruinas de Quilmes - Argentina






Estas ruinas son los restos del asentamiento del pueblo originario Quilme. Hacen parte de la provincia de Tucumán y es la parada obligada en Amaicha del Valle.




Las Ruinas de Quilmes se encuentran a 18 kilómetros de Amaicha del Valle, es fácil llegar y por todo el pueblo te ofrecen opciones para ir. Mi mejor opción fue tomar entre un grupo de 5 un taxi y pagarlo entre todos.






Nosotros fuimos sobre las 17hs, ya estaba bien entrada la tarde, el cielo estaba nublado, no había sol y las personas que vimos ya iban saliendo; por esta razón no tuvimos guía, pero tampoco distracciones, tuvimos todo el espacio para nosotros solos.





Las ruinas son un lugar imperdible, si pasas por el norte argentino debes entrar. La verdad que vale la pena, es un sitio increíble, mágico, la vista es espectacular y el clima perfecto, hay que subir por algunas piedras y caminos, esto me costó un poco, por la altura y mi debilidad, pero lo logré y lo disfruté muchísimo, es un lugar hermosisimo para relajarse, tomar fotos, caminar, disfrutar la vista… genial, con los chicos me divertí un montón.



El paisaje esta lleno de cactus como estos, casas de piedra y antiguas paredes de roca. Nosotros no pudimos explorar demasiado el terreno, ya que estaban a punto de cerrar y teníamos que regresar antes de las 18 hs, pero el tiempo nos bastó para alcanzar algo de altura y sentarnos a admirar toda la belleza que teníamos alrededor.



La historia detrás de las ruinas relata que aquí existió y creció un pueblo originario llamado Quilme desde el año 800; ante la invasión española vieron reducido su número de habitantes hasta que en el siglo XVII aproximadamente fueron eliminados completamente.




La historia también cuenta que luego que se rindieron, los Quilmes fueron obligados por los españoles a recorrer miles de kilómetros a pie sin agua ni comida. En la actualidad el lugar denominado Quilmes en Buenos Aires debe su nombre a que allí fue donde llegaron los sobrevivientes del viaje.






No podía faltar el Mate, gracias a los chicos que siempre cargaban la yerba y el agua bien calientita





El compañero de viaje del chico Tucumano, el duende con poder.



Al final nos devolvimos al hostel en taxi también, con una felicidad inmensa, totalmente reconfortados, reanimados, llenos de buena energía, y yo muy muy feliz de haberme topado con este nuevo grupo de compañeros de viaje. 

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