Dicen que donde un río desemboca en el mar son lugares llenos de buena energía ...
Es mi primera vez en la Guajira y creo que el viaje más largo con mi novio, y para empezar no hay mejor sitio que Palomino, un lugar con aroma a sierra y sabor a mar, un amor dulce y salado.
Nota aclaratoria: Aunque este blog comenzó siendo el de una viajera solitaria, ahora tal vez un poco más seguido encuentren la palabra "nos" o "nosotros" o "nuestro", en todo caso me estaré refiriendo a mi novio, mi compañero de camino.
Nuestro viaje por la Guajira comenzó en Palomino, un tranquilo y hermoso pueblo de aproximadamente 3900 habitantes. Allí empiezas a sentir el sabor y alegría de la costa con un delicioso toque a sierra; Palomino te llena de un recio mar dulce.
Aterrizamos en el aeropuerto Simón Bolívar ubicado a 16 kilómetros de Santa Marta, allí tomamos un bus con destino a la ciudad de Santa Marta, el pasaje nos costo US$0,62. Le avisamos al conductor que nos dejara en el mercado principal donde salen los buses a Palomino, luego de 1 hora llegamos, caminamos dos cuadras y encontramos la esquina de donde salen todos los buses.
Una hora y media después llegamos a Palomino donde llovieron "mototaxis", dos de esas motos nos llevaron por US$0.40 al hostel.
Nos hospedamos en el Hostel Media Luna un lugar acogedor, tranquilo, económico y bastante cómodo. Se encuentra a unos 15 minutos caminando de la playa, un poco alejado de la dinámica turista del lugar, de ahí su tranquilidad.
El mejor plan es contemplar el atardecer en la desembocadura del río Palomino. Es un paisaje increíble, de no creer, por eso nos acomodamos en la habitación y salimos directo a la playa, aunque caminar en la arena al principio es difícil, el lugar te recompensa todo.
Lo maravilloso del lugar es encontrar un río de agua dulce tan cerca del mar, para mi fue sensacional, y si a eso le agregas un atardecer perfecto, el resultado es esplendido.
Frente a la playa se encuentran varios hostels, restaurantes y bares bastante agradables y a precios corrientes. En uno de ellos nos sentamos a oír el mar, comer una pizza y tomarnos un par de cócteles para cerrar la noche.
Al día siguiente Juan Carlos, el dueño de nuestro hostel, nos ofreció un paseo río arriba para bajar "navegando" sobre un neumático hasta la desembocadura en el mar.
Luego de desayunar y esperar un rato a que todos estuvieran listos, arrancamos caminando con un neumático encima cada uno.
Aunque la caminata de dos horas es dura, como siempre la recompensa es grande. (Es necesario hacer este recorrido con una persona que conozca el área, pues hay varios caminos para acceder al río).
El camino es en subida casi siempre, pero en medio de un bosque refrescante. El grupo se dividió, mis compañeros, Andrés (un amigo de Juan Carlos) y yo seguimos subiendo hasta que Juan Carlos nos alcanzó y nos avisó que nos habíamos pasado del lugar donde él había programado iniciar. Para no devolvernos, seguimos, unos minutos más y llegamos a un poblado indígena Cogui, aunque hubo que dejar propina, pudimos cruzar hasta el río y desde allí nos lanzamos en los neumáticos. Es importante proteger del agua todo lo que lleves ya que es imposible mantenerse seco.
Los lugareños nos contaron que durante más de 3 meses no había llovido, por eso el nivel del río estaba bastante bajo y flotar con poca profundidad y corriente nos tomo un poco más de tiempo del planeado, en todo caso fue un refrescante, relajante y divertido recorrido, que nos dejo muy cansados y hambrientos.
Empezó a caer la tarde y aún nos faltaba mucho para llegar a la desembocadura, así que decidimos ir caminando hasta el hostel, llegamos a eso de las 5 de la tarde, nos cambiamos y corrimos a comer deliciosos mariscos en la playa.
Así terminamos nuestro segundo y ultimo día en Palomino, descansamos y al otro día madrugamos a seguir Guajira arriba a nuestro próximo destino.
Recomendación para toda la Guajira: Carga siempre agua fresca y cositas de comer pues el sol y el calor debilita.
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